Hace dos años tuve a suerte de conocer a Cony mi compañerita, su primer dueño era un vagabundo, ella tendría al rededor de 4 meses, mi novio y yo siempre la veíamos jugar con botellas de plástico, se veía contenta, pero algo que nos llamo mucho la atención de Cony fue la fidelidad con la que se mantenía a su lado, pasaron meses, la veía regularmente cada vez más grande y hermosa, procuraba ayudar a su antiguo dueño dándole a veces comida o dinero para Cony.
Paso al rededor de un año donde la vi con otro vagabundo, entonces empece a preguntar que había pasado con el dueño anterior y me dijeron que lamentablemente había sido anexado, noté que Cony estaba muy triste y confundida dormía con ese vagabundo en las calles del centro de Cuernavaca.
Deje de ir al centro de Cuernavaca por 4 días y al quinto día que regrese la encontré recostada con su patita hinchada, nos preocupamos mucho y la llevamos al veterinario, nos dijeron que necesitaba una cirugía de urgencia.
La cirugía tuvo un costó 9 mil pesos, yo estaba sumamente preocupada por ella y mi única intención era poder ayudarla, lamentablemente no tenia el recurso pero el veterinario al ver mi desesperación confío en mi y me permitió liquidarle en pagos, intentamos placas de titanio y tornillos ninguno tuvo éxito.
Como ultima opción me dijeron que era la amputación, Cony es una perrita muy activa y juguetona yo no quería porque pensaba que iba ser una limitante para realizar sus actividades pero me equivoque.
Cony a su segundo día de la amputación ya quería trotar, nos dio mucho sustos como dos desangrados entre varias complicaciones.
Hoy en día Cony ama participar en carreras de 5 km, correr bajo la lluvia.
Es una perrita con mucha energía y es amada por mi familia, decidimos adoptarla ya que creamos un vínculo tan fuerte con ella en su rehabilitación.
Gracias Cony por llegar a nuestras vidas.
Cony es mi alma gemela.
Alexia Ramírez carpintero